Para dar comienzo a las entradas
de este blog, he elegido una historia que me ha parecido llamativa por su
increíble desenlace, pero sobre todo por el ingenio de quien la urde y la lleva
a cabo.
El protagonista de esta historia
es Publio Virgilio Marón, poeta latino de origen modesto que escribió poesía
épica, poesía didáctica y poesía pastoral. Virgilio fue llamado "príncipe
de los poetas latinos". Gozó en su época de una enorme popularidad y se
vio rodeado del afecto y veneración de la gente, fue para todos modelo de
sinceridad y benevolencia, prototipo de hombre perfecto. Disfrutó del apoyo de
mecenas y amigos, como Cayo Mecenas, el poeta Horacio e incluso Octavio, el
futuro emperador Augusto. Este apoyo fue en parte propiciado por el éxito de su
primera obra mayor, las Bucólicas.
Además, escribiría las Geórgicas y su obra magna, La Eneida, un
ambicioso poema patriótico a imagen de las grandes epopeyas homéricas en el que
canta las virtudes del pueblo romano y cimenta una mitología propia para la
nación. Durante doce años trabajó en la
composición de este poema épico que incluye doce cantos.
Aquí, sin embargo, nos vamos a
ocupar de otra “obra maestra” suya menos conocida que es la historia que viene
a continuación y que él mismo tramó sorprendiendo a quienes le rodeaban. Y es
que Virgilio decidió gastar 800.000 sestercios romanos (unos 120.000 euros)
para honrar a su mascota cuando esta murió. Lo más sorprendente de todo es que
su mascota era un insecto, una mosca. Para el funeral de la mosca Virgilio
contrató una orquesta de numerosos músicos, así como plañideras que
manifestasen su dolor por la muerte de la mosca, convocó a reconocidos poetas
que recitasen poemas en su honor y construyó un imponente mausoleo, que costó
tres cuartos de millón de sestercios, donde los restos de la mosca descansarían
en paz para toda la eternidad.
Como es lógico, sus conocidos
empezaron a sospechar que Virgilio padecía algún tipo de demencia que le había
llevado a cometer tal excentricidad. Sin embargo, toda la ciudad le acompañó en
el fastuoso funeral de la mosca que, según las crónicas de la época fue
realmente espectacular.
La gente comentó durante mucho
tiempo el derroche de Virgilio en el suntuoso sepelio de la mosca, pero fue
aproximadamente un año después cuando se conocieron las verdaderas razones para
cometer tal dislate: Virgilio, que tenía contactos en las altas esferas del
gobierno había recibido información privilegiada que le ponía al tanto de una
ley que se iba a aprobar, mediante la cual se podrían expropiar algunas tierras
de los latifundistas para dárselas a los soldados retirados como
contraprestación a los servicios prestados. Esta ley afectaba a las tierras de
Virgilio, pero supo Virgilio que estarían libres de ser expropiadas las tierras
que albergaran tumbas, de forma que, debido a la genial idea del mausoleo de la
mosca, cuando la ley vio la luz y el gobierno intentó expropiar parte de sus
posesiones, Virgilio esgrimió la tumba de su mosca como motivo para mantener
los terrenos bajo su propiedad y sorprendentemente la petición le fue
concedida. ¡El gobierno no pudo hacer nada legalmente y Virgilio pudo conservar
sus tierras!
De esta forma la fiel mosca de
Virgilio defendió las posesiones de este con su propia vida y hasta después de
su muerte.
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